
La economía dominicana depende cada vez más de las remesas
En 2024, las remesas hacia la República Dominicana alcanzaron un total de US$10,756.0 millones, lo que representa un incremento de 5.9% respecto a 2023. Este flujo representa un 8.6% del PIB, reflejando la notable dependencia de la economía dominicana con respecto a los ingresos enviados por su diáspora. Aunque estas transferencias constituyen una fuente importante de divisas y un apoyo fundamental para muchos hogares, su persistente peso en la economía nacional revela desafíos estructurales más profundos.
Esta dependencia también se evidencia al observar la composición de los ingresos por divisas: en 2024, el 26.8% del total provino de remesas, superando los niveles prepandemia, como el registrado en 2019 (24.6%).
El flujo constante de remesas también pone en evidencia las limitaciones estructurales del entorno económico dominicano, en el que muchos ciudadanos se ven obligados a emigrar para encontrar mejores condiciones laborales y de vida. Esta “exportación de talentos” tiene un alto costo: la pérdida de capital humano que, de contar con las condiciones adecuadas, podría contribuir directamente al desarrollo del país.
Para avanzar hacia un modelo de crecimiento más sólido y sostenible, es necesario generar condiciones que inviten a quedarse. Esto implica mejorar el clima de negocios, reducir trabas a la inversión y fomentar la creación de empleos formales y bien remunerados. Una economía capaz de ofrecer oportunidades reales disminuye su dependencia de las remesas y aprovecha el talento local como motor de progreso. En última instancia, el verdadero desarrollo no se mide solo por las divisas que ingresan, sino por la calidad de vida que el país puede ofrecer a quienes lo habitan.
Aunque las remesas alivian las carencias inmediatas de muchas familias, su uso centrado en el consumo —y solo de forma muy marginal en inversión— limita su capacidad para impulsar mejoras sostenidas en productividad y bienestar. Funcionan más como paliativo que como motor de desarrollo. En este contexto, pueden alimentar una falsa sensación de estabilidad que retrasa reformas estructurales necesarias y consolida la dependencia.
Vistas Totales 304 , Vistas Hoy 6