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¿Qué podemos aprender de Singapur?

El éxito económico de un país es el resultado de diversos factores. Los datos revelan ciertos aspectos clave que impulsan este éxito: baja burocracia, solido respeto a la propiedad privada, instituciones fuertes, uso eficiente de los recursos públicos, entorno favorable para los negocios y el emprendimiento, y un sistema tributario competitivo.

Al explorar el sistema tributario, nos encontramos, por ejemplo, con que el Impuesto al Valor Agregado (IVA) en Singapur es del 9%, mientras que en la República Dominicana es del 18%. Además, el Impuesto Sobre la Renta a las empresas es la principal fuente de ingresos fiscales en Singapur, representando aproximadamente el 33.7% de los ingresos tributarios, a pesar de tener una tasa del 17%. En contraste, en la República Dominicana, esta tasa alcanza el 27%.

A menudo se asume que una alta presión tributaria es necesaria para alcanzar un buen desempeño económico. Sin embargo, según los últimos datos del Banco Mundial, la presión tributaria de Singapur para 2021 fue inferior que la de República Dominicana, siendo de 13.1% y 14.4% respectivamente.

Cuando se discute sobre países con un desempeño económico sobresaliente, Singapur emerge como un modelo a seguir. Su economía es una de las más avanzadas y prósperas del mundo. A pesar de ser un territorio significativamente más pequeño que la República Dominicana, su Producto Interno Bruto (PIB) es 5.5 veces mayor, y su población casi el doble que la de Singapur. Además, Singapur ha logrado mantener una inflación y un desempleo bajos, con salarios que figuran entre los más altos del mundo.

No obstante, el éxito de Singapur no se limita solo a indicadores económicos. También se destaca en diversos índices globales que evidencian su liderazgo y alto desempeño en áreas que van desde la competitividad hasta la calidad de vida.

El momento actual en la República Dominicana, con la consideración de una reforma tributaria, y otras reformas estructurales, presenta una valiosa oportunidad para aspirar a un modelo económico que reduzca la pobreza, aumente el empleo, haga sostenible las finanzas públicas y atraiga inversiones. Ese fue el espíritu de las reformas de República Dominicana en los años 1990. De haber continuado con esas reformas, hoy tendríamos un éxito parecido al de Singapur y otras economías que siguieron esa senda de desarrollo. La transformación tributaria debería fomentar la eficiencia, promover la inversión y fortalecer la competitividad empresarial.

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