
Autor: Jairon Severino
Fecha: 11 de julio de 2024
Extraído de: El Dinero
Reforma es un concepto que hemos escuchado mucho en estos días en República Dominicana. Y no sólo se trata la planteada en términos fiscales, también está la constitucional, laboral, seguridad social, eléctrica, educación y más.
Quiero hacerme eco de una explicación muy atinada que hace el economista Edmundo Rivera, vicepresidente sénior del Banco Latinoamericano de Comercio Exterior (Bladex) y economista de ER Capital Partners, quien considera que toda buena reforma necesita cuatro elementos. Algunos las identifican con las cuatro C, como su caso.
Refiriendo al economista estadounidense Arnaldo Harberger, explica que toda reforma debe tener capacidad y competencia de la autoridad que la está llevando a cabo. Esta es, dice, una variable que debe ser analizada.
La segunda C, según Rivera, es la coherencia de la reforma. Aquí destaca el papel que ha desempeñado al Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES).
La siguiente tiene que ver con la comunicación, ya que cualquier reforma de esta característica, si se maneja de forma poco transparente, poco abierta y con poco consenso, es un sello al fracaso.
El cuatro elemento o C que destaca es el coraje, ya que si hay convicción se hace de manera valiente y con determinación.
La realidad es que cuando hacemos una reforma fiscal como la que se está planteando en República Dominicana, y esto se ha visto en otras naciones latinoamericanas, aunque lamentablemente en la región haya más casos de fracasos que de éxitos, es como si fueran dos trenes que van paralelos.
Hay un tren que es el de los ajustes, los cuales pueden ser a través de los gastos o los ingresos, pero siempre cargando al sector privado, que es el que genera las riquezas que suplen al Estado.
El segundo tren, y aquí se hace mención del economista Miguel Collado di Franco, vicepresidente ejecutivo del CREES, es fundamental. Lo es porque es el que va a aligerar la mochila pesada que tiene el sector privado. Y esto no sólo se trata de las grandes empresas y corporaciones.
Este segundo tren tiene que ver con reformas, como la laboral, la de pensiones, de mercado, pero también los temas de tramitología y permisología, que no están en los cálculos fiscales, pero sí afecta en la toma de decisiones de inversión y ahorro que tienen los agentes económicos.
De hecho, los altos niveles de informalidad, en muchos casos, podrían atribuirse a esto. Se trata de gente productiva que no entran al mercado formal porque los altos costos de transacciones, aunque la inflación sea cero, encarecen los procesos.
Esta situación, siendo un poco más holístico, cuando se analiza este tipo de reformas y se hace de forma sin aprovechar los ciclos económicos, como es ahora cuando estamos en una fase de auge, podría ser retadora. Lo cierto es que los dominicanos son emprendedores y en sentido general aquí funciona una economía solidaria.
En definitiva, si cabe el consejo, hay que ser precavido en la consecución de la reforma que se ha planteado. Pudiéramos ganar mucho, pero también perderlo todo.
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