CREES

Autor: Miguel Collado Di Franco.

Fecha: 10 de enero del 2025.

Perspectivas económicas para 2025

El año 2025 presenta retos para la economía dominicana. Se mantiene la necesidad de realizar reformas estructurales. Está pendiente la reforma al sistema impositivo. Dicha reforma debe permitir la sostenibilidad de las finanzas públicas, por tanto, debería ser diseñada como un mecanismo de crecimiento que reduzca incentivos a la informalidad, a la evasión y a la elusión. Tal como hemos mantenido desde el CREES. Si se llegara a implementar una modificación tributaria como un mecanismo meramente recaudatorio o fiscalista, habríamos perdido una oportunidad para mejorar el clima de inversión del país y para tener un sistema tributario que no sea una carga pesada sobre un grupo de la sociedad formado por hogares y empresas formales. Sobre todo, se haría una reforma que en pocos años se desgaste, porque contribuya a erosionar las bases de recaudación.

En el mismo ámbito fiscal, debe aprovecharse la oportunidad de la mayoría congresual de las actuales autoridades para eliminar el párrafo II del Artículo 5 de la Ley 35-24 de Responsabilidad Fiscal de las Instituciones del Estado. Ese artículo le quita la naturaleza a la ley al permitir que no se cumpla la única regla fiscal que contiene la legislación: controlar el gasto público por medio del gasto primario. Es un elemento para enmendar.

El enfoque fiscal en 2025 debería ser romper con el círculo vicioso fiscal de aumento de ingresos e incremento del gasto, para continuar con déficits que son financiados con mayor endeudamiento. Es decir, de hacerse la reforma, los ingresos que resulten deben, junto con el manejo del gasto, llevar a la consolidación fiscal. Reducir la deuda, en palabras llanas.

Llevamos varios años con déficits iguales o superiores al 3.0%, y 2025 no sería la excepción, a menos que exista un compromiso con el ajuste fiscal necesario ante el peso de los intereses de la deuda sobre las finanzas públicas del país.

Con respecto al endeudamiento, es importante tener en cuenta el incremento que están teniendo los rendimientos de los bonos soberanos a nivel internacional para las emisiones de deuda de este año. Los bonos de República Dominicana, como los de la mayoría de los países, están reflejando mayores rendimientos demandados por los inversores internacionales. Por ejemplo, el bono dominicano con vencimiento en 2036 pasó de 5.73%, el 19 de septiembre, a 6.68%, el seis de enero. Comportamiento similar puede observarse a nivel internacional, en particular el bono de 10 años del Tesoro de Estados Unidos. ¿Por qué están aumentando los rendimientos de los bonos soberanos a nivel internacional? Porque los bancos centrales del mundo continúan bajando las tasas de referencia, o de política monetaria, en un ambiente en el que la inflación no está bajo control. A mayor inflación esperada, los inversores están demandando rendimientos más altos.

La inflación, por tanto es uno de los temas para tener en cuenta a nivel mundial. En República Dominicana, la inflación debe ser observada por los agentes económicos. En 2024, la inflación subyacente, medida por las autoridades monetarias, se mantuvo entre 4% y 3.9%. Es decir, la métrica que internacionalmente suelen ver los bancos centrales, porque de acuerdo con estas instituciones les permite observa de manera más directa el impacto de la política monetaria sobre los precios, en el país se mantuvo casi invariable. El 2025 inicia en el país con una política de expansión de los agregados monetarios vía el crédito que se produjo en el último trimestre de 2024, con liberalización de encaje legal y vencimientos de títulos del BCRD. Esto en un ambiente en el que la tasa de política monetaria local se encuentra en un nivel similar a la de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED).

Enfatizamos que el 2025 estará marcado, en el mundo, por la expansión monetaria y sus efectos, como es natural, sobre la inflación de precios. La pérdida de valor del peso seguirá reflejándose en la depreciación de la moneda, que las autoridades estiman sea, e promedio, de 5.5% durante 2025. Esto dependerá, como siempre, de la misma política monetaria local e internacional, y de las decisiones de las autoridades de influir sobre el valor del peso frente al dólar estadounidense. En tal sentido, los niveles de reservas internacionales cerraron en US$2,075 millones por debajo de los de 2023. La expansión monetaria de final de año, el nivel en el que se encuentra la tasa de política monetaria con relación a la de la FED, el comportamiento de la inflación subyacente de los últimos 12 meses y los niveles de reservas, son elementos que llevan a asumir que en 2025 debería producirse una moderación en la política monetaria local.

La productividad local necesita de reformas estructurales para aumentar el crecimiento, la creación de empleos y mayores ingresos. Es necesario reformas que reduzcan costos, como en el caso del mercado laboral, el costo de los combustibles, transporte terrestre, mercado de distribución eléctrica, profundizar los temas institucionales y la seguridad jurídica, entre otros. De no hacerse esas reformas, seguiremos dependiendo de factores externos, principalmente. En 2025 no deberíamos continuar con la complacencia de los últimos años.

En 2025, como expresamos, no será tan fácil para las autoridades monetarias tratar de subsanar las deficiencias estructurales de la economía con una política monetaria más laxa. Más estímulos monetarios se reflejarían, como mencionamos, en la inflación y el tipo de cambio. Hay que tener en cuenta que la economía de 2024 creció al 5.0%, pero viniendo de un año 2023 en el que el crecimiento del PIB fue de solo 2.2%. Lograr un crecimiento alto en 2025 no será una tarea tan fácil y, reiteramos, debería basarse en reformas estructurales, no en mayor gasto público o estímulos monetarios. Los agentes económicos esperan la señal que dan las autoridades sobre la cifra de crecimiento del PIB, pero la realidad es que esos agentes deben de considerar el panorama descrito para llegar a sus conclusiones sobre el crecimiento que se verificará en 2025.

Con relación a EEUU, será necesario prestar atención a una posible reducción en el gasto público, que tendría un efecto sobre el crecimiento de corto plazo, y a las posibles políticas de desregulación de mercados, reformas estructurales y reducción de las tasas de impuestos. La economía de ese país podría crecer sobre el 2.3%-2.5%, de acuerdo con algunos analistas. Sin embargo, todo dependerá de la combinación de los elementos anteriores y la capacidad de la nueva administración de poder implementar los cambios en los primeros meses. Con respecto a la política arancelaria, las señales que empiezan a verse, es que la misma sería usada con algunos países y como instrumento de negociación. De ser así, el efecto negativo sobre la economía no pesaría tanto como fue anticipado. Las perspectivas de crecimiento para la zona euro y China son preocupantes. En sentido general, será un año de transición para las economías más importantes del mundo.

Con respecto a las políticas energéticas en Estados Unidos, y a la reducción del riesgo geopolítico, es posible prever un precio del petróleo ayudado hacia la baja por mayor oferta y menor prima de riesgo por el componente último. Este sería un elemento positivo localmente.

Con respecto al precio del oro, la expansión monetaria prevista mantendrían los precios altos registrados desde el pasado 2024 e, incluso, podrían propiciar niveles más altos para este metal. La inflación, es decir, el incremento en la cantidad de monedas en el mundo tiene una consecuencia sobre los precios y, en el caso del oro, continúa siendo un refugio de valor por excelencia. Las condiciones internacionales del oro deberían aprovecharse localmente, sobre todo ante estas perspectivas de precios que perdurarían por más años, ya que no se prevé una corrección monetaria en el futuro cercano dado el ritmo de expansión del endeudamiento a nivel mundial.

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