Fuente: www.miseshispano.org
Recientemente, Ben Bernanke indicó que la flexibilización cuantitativa II (QE2, por sus siglas en inglés) podría verse seguida por una QE3, etc. En una entrevista al principio de diciembre, se preguntó a Bernanke: “¿Anticipa un escenario en el que se comprometiera a más de 600.000 millones de dólares?”
La respuesta de Bernanke fue sorprendente. “¡Oh! Sin duda es posible”, dijo. “Y de nuevo, depende de la eficacia del programa, depende de la inflación. Y finalmente depende de cómo vaya la economía”.
La respuesta es interesante porque no sólo indica la posibilidad de que la Reserva Federal (Fed) compre más bonos públicos, sino que también implica que Bernanke piensa que la inflación y la QE son conceptos diferentes, pues de otra manera su afirmación sería una tautología sin sentido: el que haya más inflación depende de la inflación.
Para dar sentido a la charla técnica de Bernanke, volvamos al principio de la tristemente famosa QE, a los meses más oscuros de la crisis financiera. Durante el auge encendido por los tipos de interés artificialmente bajos, las instituciones financieras habían financiado mala inversiones, especialmente en el sector inmobiliario. Cuando estalló la burbuja y los precios de las viviendas empezaron a bajar, estas inversiones perdieron rápidamente valor. Las pérdidas bancarias se acumularon, los patrimonios bancarios cayeron y aparecieron problemas de solvencia. La liquidez se secó al tiempo que las instituciones financieras empezaron a dudar acerca de la solvencia de las demás, dados los problemáticos préstamos en su contabilidad.
Cuando se secaron los mercados crediticios en septiembre de 2008, después del desmoronamiento de Lehman Brothers , los préstamos que financiaron las malas inversiones no sirvieron ya como colateral para los préstamos interbancarios. La Fed acudió a cerrar la brecha y aceptó estos malos activos como colateral para préstamos. En marzo de 2009, la Fed empezó a comprar directamente estos activos en lo que se calificó como QE1. A consecuencia de esta flexibilización cualitativa y cuantitativa, el balance de la Fed casi se triplicó en unos pocos meses.
¿Durante cuánto tiempo se mantendrán estas medidas extraordinarias de emergencia? En marzo de 2009, Ben Bernanke declaró que la Fed tenía una estrategia de salida para sus políticas de crédito de emergencia. Simplemente podía deshacer sus políticas de crédito y compras de activos, reduciendo así el tamaño de su balance al nivel anterior a la crisis.
He explicado que no existe una opción de salida tan sencilla. La compra por la Fed de activos problemáticos no resolvió los problemas subyacentes reales en la economía: inyectar nuevo dinero no hace que desaparezcan las malas inversiones. Respaldando las instituciones financieras, sólo se retrasan las necesarias liquidaciones y reajustes de la estructura de producción. La QE1 podría incluso causar más malas inversiones y por tanto agravar el problema. La consecuencia podría ser una niponización del sistema bancario, con bancos insolventes mantenidos a flote por el banco central.
Si la Fed saliera de la situación de emergencia, redujera su balance y dejara de aceptar activos problemáticos como colateral de préstamos, las instituciones financieras volverían a la situación inicial de septiembre de 2008. Si los precios de la vivienda no vuelven a su nivel de burbuja, muchos de los activos problemáticos continuarán siendo malos y no servirán como un buen colateral. Si se valoraran al precio de mercado, estos activos podrían comerse el capital de los bancos. Si la Fed acabara con sus medidas de emergencia, estaríamos en la práctica de vuelta a la situación inicial de mercados interbancarios congelados e iliquidez general.
En octubre de 2009, concluí que la Fed no podía volver a su balance inicial sin causar el colapso del sistema financiero. Una posible salida sería volver a inflar la burbuja. Aumentar los precios de los activos (y especialmente los precios de la vivienda) haría que muchos activos bancarios volvieran a ser valiosos. La Fed podría aumentar la calidad de sus activos inflando la burbuja inmobiliaria.
En el invierno de 2010, nadie está hablando ya de reducir el balance de la Fed o estrategias de salida. Por el contrario, las Fed ha elegido el camino de mayor inflación y ha llamado a esta estrategia “QE2”.
QE2 tiene un propósito ligeramente distinto de la QE1. La QE1 apoyaba directamente a los bancos en problemas comprando sus activos problemáticos. La QE2 apoya al gobierno.
Las políticas inflacionistas de la Fed se han ajustado a las políticas fiscales keynesianas del gobierno de EEUU. El gobierno de EEUU se dedicó a un gasto en déficit para rescatar a instituciones financieras y fabricantes de automóviles, impidiendo una rápida liquidación de las malas inversiones y una adaptación suave de las estructura de la producción a los deseos de los consumidores.
La QE2 es una respuesta directa a este gasto en déficit, que obliga al gobierno a emitir más bonos. Con la QE2, la Fed apoya al gobierno comprando estos bonos. La Fed ayuda por tanto activamente al gobierno en sus políticas keynesianas, lo que interrumpe la recuperación. Mientras que la QE1 sostenía el sistema financiero, la QE2 sostiene al gobierno. Es verdad que esta diferencia no es sustancial dado que los destinos del sistema financiero y el gobierno están entrelazados.
El sistema bancario financia al gobierno que a su vez otorga el privilegio de la banca de reserva fraccionaria y otorga implícitamente garantías para las pérdidas bancarias.
Por supuesto, Ben Bernanke no dice que quiera ayudar a financiar el déficit público mediante la creación de dinero. La excusa oficial para la QE2 es, de nuevo, el chivo expiatorio de la “deflación”.# La inflación de precios es demasiado baja. James Bullard, presidente del Banco de la Reserva Federal de Saint Louis declara que “es importante defenderse tanto de la inflación baja como de la inflación alta”.
Phillip Bagus es un economista alemán y profesor de Economía en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
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